5. Fases criticas de aprendizaje
Según la OCDE (2009, como se cita en Castillo, 2015), uno
de los mitos en torno al aprendizaje que se debe desterrar es la existencia de
un periodo o fase crítica o sensible para ciertos aprendizajes. Cómo surge este
neuromito y en qué nos basamos para su cuestionamiento son dos aspectos que se
desarrollarán en este texto.
Este neuromito tiene su origen en la experiencia de la
enseñanza-aprendizaje de segundas lenguas (L2). Para muchos docentes, es clara
la diferencia que existe en la adquisición de una L2 entre niños y adultos. Los
docentes suelen percibir mayores habilidades en los niños. Esta percepción
tiene su fundamento teórico en la propuesta de Lenneberg, uno de los
primeros en interesarse por la influencia del componente biológico en el
lenguaje humano. Lenneberg planteó dos
cuestiones de suma importancia: la existencia de una fase crítica para la
adquisición del lenguaje que tiene como límite la pubertad por la
lateralización de los hemisferios cerebrales y, vinculado con este, el
desarrollo de funciones lingüísticas relacionadas predominantemente con el
hemisferio izquierdo. Para Lenneberg, la maduración cerebral (que implica la
especialización de los hemisferios cerebrales) sería un factor que influiría en
nuestra capacidad para aprender lenguas después de cierta edad (Torres, 2005).
La experiencia (ampliamente discutida) en el ámbito lingüístico se generalizó
y, lamentablemente, se extendió a otras áreas la idea de que el aprendizaje era
menos significativo en la etapa adulta.
Al respecto, la neurociencia reconoce que existen fases
sensibles de aprendizaje, es decir, etapas en las cuales la adquisición y la
interiorización es más fácil. Por ejemplo, en la niñez o pubertad, hay mayores
posibilidades de lograr una excelente pronunciación en una segunda lengua ,
aunque no sería determinante, pues se ha demostrado, en algunos casos, que sí
es posible alcanzar el mismo objetivo en niños mayores según Asher & García
(1969, como se citó en Torres, 2005). No sucedería, sin embargo, lo mismo
con el aprendizaje del vocabulario, el cual puede adquirirse a cualquier edad
e, incluso, sería más propicio en el adulto por la amplitud del vocabulario
adquirido, producto de su experiencia (Della Chiesa & Christoph,
2009).
Una razón para afirmar que el aprendizaje es posible, en
mayor o menor grado, a lo largo de la vida es la plasticidad del cerebro. Para
Vilatuña, Guajala, Pulamarín y Ortíz (2012), gracias a esta capacidad, son
posibles los cambios anatómicos y funcionales de este órgano, el cual es capaz
de adaptarse, recuperarse o regenerarse. Otra razón que se debe
considerar, además, es que el aprendizaje del individuo depende de un contexto
apropiado que facilite el desarrollo de ciertas habilidades, capacidades o
competencias. De la Barrera (2009) señala que
son los estímulos del ambiente los que dinamizan las conexiones
neuronales y estos procesos no son exclusivos de la niñez o la pubertad, sino
son continuos durante la vida. Por estas razones, es reduccionista afirmar que
la edad constituye la principal limitante para aprender, pues ello significaría
restar oportunidades, y con ellas, sentido a nuestra vida desde muy temprana
edad.
Referencias
Castillo,
C. (2015). Neurociencias y su relación en
el proceso enseñanza aprendizaje. (Tesis de maestría, Universidad Católica
Sedes Sapientiae. Lima. Perú). Recuperado de http://repositorio.ucss.edu.pe/bitstream/handle/UCSS/180/Castillo_Galdo_tesis_maestria_2015.pdf?sequence=5&isAllowed=y
De la Barrera, M. (2009). Educación, aprendizaje y tercera edad: algunas consideraciones
generales. Caleidoscopio. Revista digital de contenidos educativos, (2),
26-33. Recuperado de https://dialnet.unirioja.es/servlet/
articulo?codigo=3095874
Della Chiesa, B. & Christoph, V. (2009). Neurociencia y docentes: crónica de un
encuentro. Cuadernos de Pedagogía (386) pp. 92-96. Recuperado de https://core.ac.uk/download/pdf/78543797.pdf
Torres, J. (2005). El mito del período crítico para el aprendizaje de la pronunciación de
un idioma extranjero. Phonica (I), pp. 1-9
Vilatuña, F., Guajala, D., Pulamarín, J. &
Ortíz, W. (2012). Sensación y percepción
en la construcción del conocimiento. Sophia, Colección de Filosofía de la Educación
(13), 123-149
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